Meditación Zen

La práctica de la meditación zen es, en esencia, muy simple: sentarse en silencio, con la espalda recta, y dirigir la atención a la respiración, permaneciendo en el momento presente. Los pensamientos y sentimientos surgen y desaparecen, y todos están bien. La práctica consiste en observarlos sin dejarse arrastrar, llevando una y otra vez la atención a la respiración, sin juzgar.

Meditar no significa necesariamente que la mente esté en silencio. A veces ocurre, otras veces no. No se trata de forzar el silencio, sino de mantenerse en contacto con la respiración y volver a ella cada vez que la mente divague.

Con la práctica regular, los pensamientos pierden fuerza y la mente se va aquietando de forma natural.

Cada aspecto de una sesión —ya sea meditación sentada, meditación caminando, beber té o recoger la sala— es una oportunidad para cultivar la plena atención. Una sesión de meditación es un espacio en el que no hay nada que hacer, más que estar presente. A veces, la riqueza del momento se revela por sí sola.